Los trabajos en el retablo y las pinturas murales se presentaron ayer a los vecinos, después de que el Cabildo restaurara también las andas procesionales
Los vecinos de la localidad de Las Pocetas, en el municipio de Antigua, pudieron seguir ayer tarde la presentación al público de los resultados obtenidos con la restauración acometida desde el Cabildo de Fuerteventura en las principales obras artísticas de este templo erigido en honor a San Francisco Javier en el siglo XVIII, el retablo mayor y las pinturas murales que lo circundan.
La recuperación de estas dos obras de origen religioso encuadradas en la corriente del barroco chinesco, se une a la restauración realizada con anterioridad, también por encargo de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo, en las andas procesionales de San Francisco, tal y como comprobaron las alrededor de cuarenta personas que asistieron a un acto que se celebró coincidiendo con las fiestas patronales de la localidad.
El director del proyecto de restauración, el técnico del Cabildo Loren Mateo, se encargó de explicar los trabajos realizados en esta ermita, de la que dijo es una de las que mejor conservan en la Isla la riqueza de su patrimonio artístico y elementos arquitectónicos originales, como son el solado o los bancos de madera adosados a los laterales del templo. Mateo intervino a continuación de las autoridades, la presidenta accidental del Cabildo, Rita Díaz, la alcaldesa de Antigua, Genara Ruiz, y el párroco Higinio Sánchez.
Dos obras representativas
Las pinturas murales y el retablo de la Ermita de San Francisco de Las Pocetas, situadas al fondo de la nave de la ermita, son básicamente una continuación lo uno de lo otro. El retablo denominado mayor, por ser el único del templo, tiene en realidad unas dimensiones reducidas, y podría calificarse como retablo hornacina. Sin embargo, las dos obras se presentan como un todo unitario al seguir las pinturas murales, situadas al fondo, con el mismo estilo del retablo, esto es el colorido, los elementos florales y una decoración minuciosa que son tan característicos del barroco chinesco, corriente con una amplia representación en los retablos de las ermitas e iglesias de Fuerteventura.
En ambos casos la decoración de las obras se ha realizado con pinturas al temple, que se consigue a partir de pigmentos aglutinados con cola en lugar de otras técnicas habituales como la del fresco, lo que hace que presenten una gran fragilidad.
El retablo, construido en madera de tea, cuenta con un socabanco de dimensiones importantes en la parte inferior, dos baluartes a los lados y una hornacina con un arco poliglobulado en la parte superior, además de un ático bastante desarrollado.
Trabajos de recuperación
Los trabajos de restauración de las pinturas murales y el retablo de la Ermita de San Francisco Javier de Las Pocetas han sido realizados por el equipo que dirige la restauradora Chus Morante durante aproximadamente tres meses.
La acción se justifica dado el deficiente estado de conservación que presentaban las dos obras. Las pinturas se encontraban muy degradadas debido a causas como la pulperulencia, el deterioro de pigmentos y consolidantes, el levantamiento de la policromita y otras acciones externas como marcas de clavos y repintes.
En cuanto al retablo, presentaba una merma volumétrica de la cornisa del zócalo, separación en algunos de sus paneles y diferentes de quemaduras producidas por la utilización de velas alrededor de la obra. Las capas de pintura y dorados contaban con una gran cantidad de desprendimientos, aunque en el interior de la hornacina, allí donde se ubica la imagen del santo, el estado de conservación era algo mejor.
Los criterios aplicados se dirigen a la conservación material de los componentes, es decir, detener los deterioros para asegurar la conservación de la obra a través del tiempo y una lectura adecuada de la misma.
La autoría de las obras no aparece reflejada en las mismas ni recogida en otros documentos, aunque considerando su estilo y características podría atribuirse a García Bolaños, artistas de la época que trabajó mucho en Fuerteventura.
Una ermita conservada y mermada
A pesar de que la Ermita de Las Pocetas se reconoce por conservar una gran cantidad de elementos originales, no ha llegado hasta la actualidad la totalidad del patrimonio artístico que pudo albergar en su interior.
Fundada en el siglo XVIII, la de San Francisco Javier fue una ermita bastante rica, y pudo contar con hasta 19 cuadros de pequeñas dimensiones. No obstante, en el año 1794, el obispado de la época autorizó la venta de este patrimonio sin que hasta el momento se haya vuelto a conocer el paradero de los cuadros.
En cuanto a la tipología del templo, fue construido siguiendo las pautas de la arquitectura tradicional de la Isla, contando con muros de mampostería apuntalados con sillares en las zonas que necesitan mayor refuerzo, como huecos y esquinas. La ermita consta de una sola nave sin diferenciación de presbiterio en la zona del altar. Su planta es rectangular, su cubierta a tres aguas, y presenta la sacristía adosada en el lado de la epístola.
Merma artística por motivos sanitarios
Algunos autores señalan la ausencia de un conjunto destacable de pinturas murales asociadas al arte de origen religioso en Fuerteventura. Sin embargo, desde el Departamento de Patrimonio Histórico del Cabildo se apunta lo contrario. Además de la representación de este tipo de pinturas que todavía se conservan en una gran cantidad de ermitas e iglesias de la Isla, existe la hipótesis de que muchos más de estos templos contaban también con pinturas murales.
En épocas de epidemias y con la intención de ahorrar costes, las autoridades eclesiásticas pudieron ordenar el encalado sistemático de las armitas por necesidades sanitarias, quedando sepultadas las policromías murales bajo la pintura blanca. No obstante, todavía se conservan pinturas murales en iglesias como las de Tetir, La Oliva, Antigua o Pájara, y ermitas como las de Tefía, Ampuyenta, Triquivijate, Valle de Santa Inés y Las Pocetas.
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